lunes, 26 de diciembre de 2011

Ella



¿Qué tal vais superando las fiestas? Ya os contaré algún detalle de las mías. Hoy me lo salto, que la cosa va de microrrelato. Este es un regalo a una persona que llevaba un tiempo en mi vida, pero que hasta hace poco no se había ganado un hueco en mi corazón. Y quien se lo gana se queda. Un regalo de Navidad que, con su permiso, comparto con vosotros:

Te llevo prendido en los talones, presente en cada paso que doy. Y si me paro trepas por mis piernas hasta mi vientre, avivando ese fuego que una vez compartimos. Siento tus manos que una vez soñé ásperas, fuertes, firmes, y tus labios cincelados en un rostro duro de mirada torva.

¡Cuántas veces habré recorrido en el aire el contorno de esos ojos líquidos de deseo, cuántas veces la definición de tu cuerpo! ¡Cuántos suspiros cargados de amor escaparon de mi boca con la esperanza de que tú los recogieras!

Porque te amé. Te amé con cada fibra de mi ser, con cada pensamiento, con el aire que me rodea, con todos y cada uno de los átomos del alma que me robaste.

Tu inteligencia, tu pasión, tu gran corazón, tus ganas de comerte el mundo para crear otro mejor,… Amé hasta tus mentiras, tus mil caras, tus desplantes. Incluso amé todo lo que antepusiste a mí.

Te hubiera amado hasta el fin de mis días, te hubiera esperado eternamente, te hubiera aceptado tal cual, hubiera luchado hasta la extenuación.

Pero tus fantasmas se interpusieron, tu desdén hacia aquello que consideras inferior, tu desprecio hacia ti, tus inseguridades, y yo tuve que salir expulsada por la puerta de atrás.

Te sigo amando. Y, lo cojonudo de todo esto es que ni siquiera existes.



jueves, 22 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!

Hoy escribo en Diga 33.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Vanidad

Finalista del II Certamen de Microrrelatos de Terror ArtGerust - Homenaje a Poe.
Había 200, igual eso le resta mérito, pero yo estoy encantada. Lo curioso de esta historia es que, en su momento, la concebí como una historia cómica.
Veréis, el frío y yo no somos buenos amigos. Esta enemistad se ha incrementado en los últimos años, y para mí es un problema cada vez mayor. Una de las frases que más repito durante el período invernal es: “tengo los huesos congelados”.
Me río, y se ríen de mí, pero hay momentos en los que lo paso fatal. Así que, en su momento, escribí esta tragicomedia en micro-relato para poder seguir riéndome. Eso sí, con los huesos congelados.
Aquí os dejo el enlace de la versión para el concurso, y aquí mismito, la versión original (ya publicada en su momento en mi desaparecido blog):
            Es frágil, como de cristal, y pálida, casi transparente. Sus cabellos, una cascada de hilos de oro y sus ojos trocitos de cielo del mediodía.
            Vivía sola en su Palacio de Hielo tarareando canciones de desamor y derramando lágrimas granizadas mientras mesaba sus cabellos en busca de algo de consuelo.
            La primera vez que la vi su belleza serena y melancólica me embelesó. Estaba sentada sobre sus piernas, el cuerpo ligeramente ladeado, en el centro de la sala de baile, y su dulce voz llenaba cada rincón de la desolada habitación.
            Me apiadé de ella y quise llevarla conmigo. Cuando le tendí mi mano extendió la suya y envolvió mis dedos con sus témpanos de hielo.
            Desde entonces no me ha soltado. Se sujeta a mi mano con dulzura, pero apenas la noto, el frío corre bajo mi piel. A veces, amorosa, me besa y me abraza, y entonces puedo sentir cómo se escarcha mi corazón.
            No tengo el valor para devolverla a su soledad. Los días en los que el temblor es tan fuerte que siento cómo se rompen mis fibras me sumerjo en sus ojos y dejo que su aliento me envuelva para olvidar que es ella la que me está matando de frío.
            Solo espero que llegue pronto el estío.

martes, 20 de diciembre de 2011

¡Uy! Pero si hoy es martes...

Hoy escribo en Diga 33.