lunes, 9 de enero de 2012

Antecedentes II


Yo siempre he escrito. De pequeña le hacía cuentos a mi madre. Hasta participé en algún concurso escolar con cierto éxito. Ya crecidita seguí haciéndolo. Mucho de lo que escribía lo guardaba para mí pero, si alguna historia me gustaba especialmente, la imprimía y la regalaba.

Siempre soñé con escribir para alguien más que mi familia, compartir con aquellos que quisieran escucharme todas esas historias que nacían, crecían, mutaban y maduraban en mi cabeza.

Luego llegó el blog. Al principio no lo compartía. Simplemente estaba ahí. Pero sirvió de alimento para ese monstruo escribidor que llevo dentro. Poco a poco fueron llegando los lectores, y yo llegando hasta ellos a través de sus correspondientes blogs. Sin darme cuenta fui creando en mi interior una especie de comunidad que seguía alimentándome, alimentándose de mí, absorbiéndome,…

La historia de Gabriela… no recuerdo cómo surgió. Llevaba mucho tiempo conmigo, deseando recorrer el torrente de pensamiento, navegar por mi sistema nervioso, renacer en palabras,…

En la presentación del libro de Eduardo Fanegas de la Fuente, Pedacitos de Muerte, este dijo algo muy cierto, algo que a mí también me pasa, algo de lo que no era planamente consciente hasta ese momento: las historias viven mucho tiempo en la mente antes de pasar al papel.

Gabriela existía, como existe Alejandra, como existe Clara. Existía en esa dimensión que solo compartíamos ella y yo. Algún retazo de su historia había traspasado esa dimensión, pero no terminaba de volcarse completamente.

Hasta que pasó. Hasta que casi se me va la vida intentando respirar. Literalmente. Hasta el “podrías haber muerto”. Más información sobre aquel incidente aquí*.
 

Volvamos a donde lo dejamos. La historia de Gabriela brotó de repente de mis dedos. Por fin estaba ante mis ojos, tal como yo la había pensado. Y me dije que había llegado el momento de intentarlo: la envíe a unas cuantas editoriales.

Al poco tiempo recibí una alentadora respuesta de una de ellas. Les gustaba. Era corta, pero les gustaba. Concertamos una cita. Mientras llegaba ese momento empezó a crecer otra historia complementaria en mis sinapsis, la de Carlo. La escribí en apenas dos semanas, ya tenía el texto suficiente para publicar.


Nota: hace escasos meses recibí una desagradable sorpresa, mi blog A partir de los 30 había desaparecido. No solo me pasó a mí, también a Mimi, Vloj, Rubén,… y a todos los demás que escribíamos en ese proveedor de blogs. Por suerte yo tenía el archivo casi completo –faltan 5 ó 6 entradas- y pude importarlo a wordpress. Por si os extraña el formato, digo.

3 comentarios:

  1. Venga poco a poco vamos llegando a la chicha, yo esto me lo conozco ya, pero seguro que muchos no. Está bien ponerles en antecedentes ;-)

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  2. Respecto a ese blog que desapareció, nunca me cansaré de darte las gracias, Vir.
    Yo no soy escritor, pero es verdad, que los personajes de algunos relatos, para mí, son como un alter ego, llevan años en mi cabeza, hasta parece que siempre han estado ahí... que son mi subconsciente, o mi conciencia, o mi yo real, que no me atrevo a enseñar por cobardía, ¡bah, déjalo, no se explicarlo!

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  3. Edu, con calma, que no tenemos prisa ¿verdad? Todo llegará.

    Rubén, no es nada, entiendo perfectamente la frustración de ver tu obra desaparecer sin posibilidad de recuperarla, y si podía hacer algo, ¿qué me costaba? Si los personajes conviven contigo en tu cabeza, si cada uno de ellos muestra algo de ti que a veces te cuesta revelar, si sientes la necesidad de contar algunas cosas por medio del relato... No te engañes, eres escritor.

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